Cuando nos lanzamos a la aventura y vamos a participar en una Gran Fondo, estamos retando cada fibra muscular, cada gota de sudor y cada recurso energético de nuestro ser. El ciclismo, tan demandante como apasionante, nos lleva por rutas que exploran no solo la geografía, sino también nuestros propios límites.
Y si bien nuestras piernas son las protagonistas indiscutibles de cada pedalada, existe un componente igual de crucial para alcanzar la meta: la nutrición. La forma en que alimentamos nuestro cuerpo antes, durante y después de una travesía sobre ruedas es un arte y una ciencia, en donde cada bocado cuenta, y cada sorbo puede hacer la diferencia.
El ciclismo de larga distancia, representado majestuosamente por eventos como la Gran Fondo, nos propone un reto que va más allá de la resistencia física. Es una jornada que inicia mucho antes de que nos subamos a la bicicleta y perdura mucho después de cruzar la línea de llegada. Para algunos, la preparación comienza en el simulador de ciclismo, donde plataformas como BKOOL nos permiten experimentar el terreno, conocer el recorrido y, en un plano más técnico, comprender las demandas específicas que se les impondrán a nuestros músculos y a nuestro metabolismo.
Pero, ¿cómo traducimos esta experiencia a nuestra alimentación? ¿Cómo preparamos nuestro cuerpo para aprovechar al máximo cada entrenamiento en el simulador y cada kilómetro en la ruta? En las siguientes líneas, exploraremos las estrategias nutricionales que pueden ayudarte a afrontar con energía, resistencia y resiliencia tu próxima Gran Fondo, y a recuperarte de ella con igual eficacia.
¿Qué es una Gran Fondo?
En el entorno apasionante del ciclismo, un Gran Fondo no es simplemente una carrera; es un evento que conjuga la resistencia física, la belleza del recorrido y el espíritu comunitario. La expresión «Gran Fondo» proviene del italiano. Aunque literalmente se traduce como «Gran Distancia», en el contexto ciclista adopta un significado más profundo, refiriéndose a un evento que invita a ciclistas de todos los niveles a enfrentar un reto de resistencia, superando largas distancias, generalmente de entre 100 y 200 kilómetros, y a menudo enfrentándose a considerables desniveles y retadores ascensos. La característica que lo distingue no es la competencia contra otros, sino el desafío personal de completar un recorrido exigente.
Un Gran Fondo no discrimina: acoge tanto a ciclistas profesionales como a amateurs. En este tipo de eventos se crea un ambiente donde la camaradería y el espíritu de superación son los verdaderos protagonistas. Si bien hay un cronometraje y se reconocen los tiempos más destacados, el quid del evento yace en la experiencia personal y compartida de afrontar el recorrido, disfrutar del paisaje y cruzar la línea de meta, llevándose consigo no solo la satisfacción de haber completado el desafío, sino también las vivencias e historias recopiladas a lo largo del camino. En un Gran Fondo, cada pedalada es una narrativa de esfuerzo, resistencia y, sobre todo, pasión por el ciclismo.
¿Cómo formo la estrategia nutricional para el día de la Gran Fondo?
Formar una estrategia nutricional para enfrentar un evento de la magnitud de un Gran Fondo requiere de una planificación meticulosa y personalizada. Cada cuerpo responde de manera diferente a los estímulos y a la ingesta de nutrientes. Es esencial que, en la preparación hacia el gran día, se dedique tiempo a experimentar con diferentes enfoques nutricionales durante las sesiones de entrenamiento.
La base de esta estrategia radica en tres pilares: la carga de carbohidratos, la hidratación óptima y el timing de la ingesta, asegurándonos de que nuestros músculos tengan disponible la energía necesaria en cada etapa del recorrido, y que nuestro sistema digestivo no se vea abrumado en momentos críticos.
Una parte vital de esta estrategia es iniciar la jornada con un desayuno que nos proporcione energía sostenida sin causar molestias gastrointestinales durante la carrera. La avena, plátanos, miel o pan integral son fuentes de carbohidratos de fácil digestión pero tienes que comprobar su eficacia en los entrenamientos.
A lo largo del recorrido, es clave contar con fuentes de energía fácilmente accesibles y digeribles, como geles energéticos, barras de proteínas y frutas deshidratadas. La hidratación, que involucra no solo el agua sino también los electrolitos perdidos a través del sudor, debe ser cuidadosamente orquestada para evitar tanto la deshidratación como la hiponatremia, siendo crucial el consumo moderado y constante de líquidos a lo largo de toda la ruta.
Todo este plan deberá ser perfeccionado durante las sesiones de entrenamiento y, preferiblemente, bajo la supervisión de un experto en nutrición deportiva, garantizando así que, cuando llegue el día de la Gran Fondo, nuestra estrategia nutricional sea un soporte sólido para nuestro desempeño físico.
La alimentación después de la competición es clave
La alimentación post-Gran Fondo debe enfocarse en tres nutrientes clave: carbohidratos, para reponer las reservas de glucógeno; proteínas, para reparar y reconstruir el tejido muscular; y líquidos, para rehidratar el cuerpo. Un batido que combine proteínas y carbohidratos puede ser una excelente opción inmediata post-carrera debido a su fácil digestibilidad y rápida absorción.
Posteriormente, una comida sólida que contenga una proporción adecuada de estos macronutrientes puede proveer al cuerpo con nutrientes necesarios para apoyar la recuperación. Además, no olvidemos los micronutrientes; los antioxidantes son esenciales para ayudar a combatir los radicales libres generados durante el ejercicio intenso y se obtienen de frutas y verduras frescas. La rehidratación con agua y bebidas electrolíticas es fundamental para reponer los líquidos perdidos a través del sudor y garantizar una recuperación completa y efectiva.
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