Esta expresión tan frecuente en el ciclismo nos lleva en muchos casos ver situaciones poco recomendables e incluso peligrosas.
Como todos sabéis el ciclista siempre tiene una lucha con el peso, ya sea de su bici o de su cuerpo. Conseguir salvar un desnivel con un peso extra nos reduce sensiblemente la velocidad, y si no probar con una bici que pese 5kg más que la vuestra o cambiar en vuestro perfil de BKOOL el peso y hacer una sesión de media montaña, os daréis cuenta de la importancia. Si esto lo transmitimos a valores fisiológicos como el consumo máximo de oxígeno o la potencia en función de nuestro peso la conclusión es la misma, cuanto menos lastre en la bici mejor rendimiento.
Soltando lastre
Como os habréis fijado hablamos de lastre y no de peso. La razón es simple, cuando pensamos en el peso de una bici no podemos reducirlo quitándolos pedales para ahorrarnos esos gramos porque la bici no funcionaría correctamente. Pues eso mismo pasa con nuestro organismo. Hay veces que queremos bajar de peso y no nos damos cuenta que lo que estamos quitando son los pedales de la bici y luego no hay mejora de nuestro rendimiento porque esos gramos se los hemos quitado a una parte imprescindible de nuestro organismo como son los músculos.
Peso graso, magro.
El peso que nos lastra en nuestro organismo es el peso graso puesto que ese tejido no nos aporta un mejor rendimiento sobre la bici a diferencia de la musculatura. En algunas ocasiones es frecuente ver a ciclistas obsesionados con su peso y la báscula nos indica los kilogramosde nuestro cuerpo pero no suele decirnos si la variación de peso ha sido por cambios en la composición de grasa, muscular (magra) o incluso nivel del estado de hidratación. Por tanto es esencial que nos fijemos en las variaciones de peso graso. Podría ocurrir que perdiéramos peso y esta viniera de la musculatura. El efecto sería un descenso de nuestro rendimiento (nos quedamos sin los pedales de la bici).
¿Cómo saber si pierdo peso adecuadamente?
Ya hemos hablado en otros artículos que las pérdidas de peso bruscas no son recomendables, ni perduran en el tiempo. El placer que nos damos muchos de pesarnos tras habernos duchado al acabar un duro entrenamiento solo nos indica si nos hemos hidratado bien o mal. Por ese motivo no tiene sentido salir a entrenar abrigado como un esquimal para tratar de sudar más porque solo perderemos agua y esa parte de nuestro organismo es todavía más importante que la musculatura, ya no nos quedamos sin los pedales, nos quedamos sin las ruedas de la bici.
Hay gran cantidad de básculas que nos dicen nuestra composición de tejido graso y muscular por lo que se conoce como bioimpedancia. Son más precisas que una báscula simple pero los resultados varían mucho en función de la hidratación por lo que os recomiendo que os toméis los resultados con cierta flexibilidad.
La forma más precisa de saber si hemos perdido tejido graso es a través de una plicometría. Este sistema lo que hace es medirnos con un calibre los pliegues de ciertos puntos de nuestro cuerpo para determinar el peso de tejido graso. Es muy habitual que se realice en pruebas de esfuerzo y algunos reconocimientos médicos ya que el material para realizarlo es barato y no lleva mucho tiempo.
En la próxima entrega os hablaremos del entrenamiento en ayunas y las últimas aplicaciones de este tipo de entrenamiento en el mundo del deporte.