Lo que debes conocer de las pruebas de esfuerzo

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Una “prueba de esfuerzo” es una de esas experiencias que tarde o temprano un deportista popular debería sufrir en sus propias carnes. Primero por razones de salud y prevención, y segundo por ser una vivencia que nos ayudará a conocernos mejor como atletas.

Una prueba de esfuerzo no es más que una evaluación de la respuesta de un deportista a un determinado esfuerzo. Aunque dentro del ámbito deportivo pueden tener un objetivo de valoración de la condición física, la mayoría de las pruebas de este tipo suelen darse en contextos clínicos (para descartar patologías). A grandes rasgos, los objetivos de las pruebas de esfuerzo pueden ser dos:

  1. Servir como prueba diagnóstica de diversas patologías, en su mayoría relacionadas con el aparato cardiovascular y respiratorio. Si persigue este objetivo, es obligatorio que haya un médico presenciando y evaluando la prueba.
  2. Realizar una valoración cardiovascular del deportista, bien para su adecuación a distintos deportes, o bien para el diseño de programas de entrenamiento individualizados.

Estos dos objetivos pueden cumplirse en una única prueba, o puede que solo queramos cumplir uno de ellos. Por eso existen multitud de escenarios y protocolos, a pesar de que en nuestra cabeza tenemos la clásica idea de que esto es estar encima de un tapiz o una bici (cicloergómetro, para los entendidos) en un laboratorio, rodeado de muchos cables y gente con bata. Por ello, en esta entrada y en las siguientes, nos centraremos un poco más en ese tipo de pruebas “de laboratorio”. Aunque, queridos deportistas, las pruebas de esfuerzo son mucho más que eso.

Para cumplir el primer objetivo muchas veces solo se estudia la función del corazón mediante electrocardiograma (ECG). Gracias a este registro el médico puede observar cómo funciona nuestro corazón en un rango amplio de intensidades, y descartar posibles patologías. En este caso la prueba puede detenerse cuando el médico considere oportuno, o cuando el deportista no pueda más. En este segundo caso habrá sido hasta la fatiga, y posiblemente hayamos llegado a la frecuencia cardiaca máxima. Por tanto, habremos registrado el ECG desde el estado de reposo hasta el máximo de nuestro corazón, lo que permite un estudio bastante exhaustivo.

Sin embargo, y sobre todo si perseguimos también el segundo objetivo, será necesario que este análisis por ECG venga acompañado de la medición de gases respirados. Es decir, que nos tienen que poner una mascarilla durante la realización de ejercicio. Lo más interesante es que hagamos la prueba incremental y máxima, para poder estudiar la respuesta de nuestro cuerpo en todo el rango de intensidades posibles. Incremental significa que la intensidad va a ir siendo poco a poco mayor, a medida que pasan los segundos de prueba. Máxima significa que la prueba para cuando el atleta admita que no puede seguir, por lo que no sabemos cuándo está el final hasta que no llegamos a él. Eso sí, no deberían de pasar más de 12-15 minutos hasta el máximo, sino implicaría que el protocolo utilizado no se ajusta a nuestra condición física. Y aquí os dejo un spoiler: La mayoría de nosotros no conseguimos llegar a nuestro consumo máximo de oxígeno (VO2max) en nuestra primera prueba, a pesar de que la sensación sea de no haber podido dar una pedalada o una zancada más. Las pruebas de esfuerzo también son cosa de experiencia, y de entrenamiento en series intensas.

En las siguientes entradas, iremos viendo y explicando los parámetros que obtenemos al realizar una prueba clásica en laboratorio. Es decir, una prueba máxima incremental en tapiz o en cicloergómetro, con la que obtengo valores de consumo máximo de oxígeno (VO2max), frecuencia cardiaca máxima y umbrales respiratorios.

Y para terminar esta primera entrada, me despido con un par de consejos: si es vuestra primera prueba, o si no tenéis entrenador con formación mínima, es posible que no os merezca la pena realizar la prueba con medición de lactato. Solo con ECG y gases será suficiente. Y por desgracia, es complicado comparar dos pruebas de esfuerzo realizadas en diferentes centros, ya que suelen emplear protocolos y aparatos de medición distintos. Aunque difícil no es lo mismo que imposible, y un buen entrenador debería tener recursos para poder comparar algunos datos.

ROCIO CUPEIRO COTO

Doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

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